Hace unos meses anticipé que Terrassa podría convertirse en un ejemplo a nivel nacional en la gestión del fin del contrato de concesión de la gestión del agua y en el debate sobre el futuro del servicio. En ambos casos, acerté o me aproximé bastante, y creo que a día de hoy ya se puede adelantar alguna conclusión.
Cataluña es un motor de la industria del agua, la innovación y el empleo. Son señas de identidad de un referente a todos los niveles que ha sabido además aglutinar esfuerzos para lograr constituir una gran feria internacional: Iwater. La feria ha cerrado su primera edición en el recinto de Gran Vía de Fira de Barcelona con 4.562 inscritos y cerca de 250 ponentes, que han convertido el evento en un acontecimiento de referencia en el sur de Europa. En Iwater participaron ponentes de organismos reguladores del agua procedentes de Portugal, Italia o Inglaterra. Sin embargo, no estaba ningún representante del de España ¿saben ustedes por qué? Porque no existe. Ciudadanos expuso en ese foro la necesidad de articular un regulador nacional independiente que armonice el sector, que aporte criterios sobre la gobernanza del agua y que fiscalice a los operadores públicos o privados.
La política debería servir para aportar soluciones y no para enredar, y en el caso del agua en nuestra ciudad lamentamos que a la gente se le intente confundir con dogmatismos que no aportan novedades y se oculte el imprescindible debate sobre la calidad del agua, las inversiones y el precio que los ciudadanos estamos dispuestos a pagar.
El modelo de gestión por el que algunos están dispuestos a cualquier cosa, siendo importante no es lo fundamental a nuestro juicio, más allá del modelo jurídico hay que asegurar el control público sobre la operación y las inversiones, el compromiso de servicio con sensibilidad social y la satisfacción de los ciudadanos. Caracterizar la industria del agua como un enemigo a combatir en lugar de establecer alianzas no solo es un error, sino que nos aboca a un debate estéril, ya que la colaboración público-privada es esencial para que los servicios públicos funcionen mejor, generar riqueza para todos y garantizar el acceso universal a los servicios.
En Terrassa, TeC-ERC-CUP antes de empezar el estudio sobre el modelo de futuro ya sabían cuál era el mejor… El PSC se ha añadido más tarde al bloque que defiende el salto a que una empresa pública gestione el agua. En Ciudadanos, después de estudiar la cuestión, hemos concluido que para Terrassa dejar que las empresas privadas compitan en ofrecer el mejor servicio al mejor precio es la opción más adecuada teniendo en cuenta, sobre todo, que la fuerte deuda del ayuntamiento y las pérdidas económicas de las empresas municipales no invitan a pensar que el ayuntamiento lo vaya a hacer mejor que los operadores especializados.
Los servicios técnicos del consistorio están trabajando en unos informes sobre las ventajas y los inconvenientes de cada modelo de gestión para poder adoptar la decisión definitiva. Sabemos de la alta profesionalidad de los funcionarios municipales, pero pensamos que enriquecería su tarea la existencia de un órgano regulador nacional que aportara criterios armonizados, en lugar de apoyarse en una legislación a veces imprecisa y en el ejemplo de los más de 2.000 gestores del agua en España. Un sector tan atomizado y sin una ordenación independiente juega en contra de los derechos de los ciudadanos, de ahí que se den paradojas como la de ciudades que no teniendo agua la pagan mucho más barata que otras con recursos ilimitados.