Artículo de opinión de Javier González, portavoz de Cs Terrassa

La elección de Alfredo Vega como nuevo alcalde es una prueba de que en Terrassa se han concentrado las consecuencias de todos los males que han sacudido al resto de Cataluña y España en las últimas semanas, por la acción irresponsable de líderes independentistas que han engañado a una mayoría de simpatizantes que confiaron en ellos.

En Ciutadans nos abstuvimos en esa votación por una razón fundamentalmente, porque rechazamos absolutamente cualquier alternativa que cuente con el aval de los partidos independentistas que han demostrado ser un problema para el bienestar y la convivencia en Cataluña. Para nosotros solo hay un culpable, y es la idea de que se puede pasar por encima de la mitad de la población, de la ley, de la soberanía constitucional, de Europa y del mundo. En segundo lugar, y no menos importante, desconfiamos de TeC, un partido que reniega de la aplicación de la Constitución y la colocan al mismo nivel de una DUI declarada de manera pusilánime e ilegal en el Parlament de Cataluña. Una declaración de la cual hasta su misma presidenta ha degradado en su mendaz declaración ante el Tribunal Supremo. De cara a la galería no se puede estar al mismo tiempo con los que respetan la ley y con los que la violan, en un intento de ofrecer una imagen de falsa centralidad y, a la vez, manifestándose del brazo de los que han quebrado la paz social.

Yo no quiero que en Terrassa el gobierno de todos se convierta en un títere de los que han provocado en Cataluña el traslado de más de 2.500 empresas, según el Colegio de Registradores, que más de 1.000 hayan trasladado su domicilio fiscal, y que más de un tercio de la riqueza de Cataluña mire hacia otras Comunidades Autónomas. En Terrassa ya hay ejemplos de traslados de empresas y de trabajadores de otras que ven como sus directivos visitan terrenos para reubicar negocios fuera de Cataluña, y como se contrata personal en otras delegaciones del resto de España para hacer trabajos que se deberían desempeñar en Cataluña. Una situación de inestabilidad que los líderes independentistas parece quieren prolongar hasta el infinito soportada en la única estructura de Estado que sigue en pie: La mentira.

Como consecuencia, en esta coyuntura, volvemos a tender la mano al PSC con el objetivo de que pueda trabajar por el bien de la ciudad en lugar de que otros elucubren la manera de descolgar la bandera de España del balcón del ayuntamiento de todos. El PSC es nuestro adversario político, pero, a nuestro juicio, sería una irresponsabilidad que los partidos constitucionalistas no apostemos por la gobernabilidad hasta 2019.

Durante estos dos años y medio de mandato municipal, en Ciutadans hemos dejado claro que somos un partido serio en el que se puede confiar. Somos consecuentes con nuestros compromisos y vehementes en la defensa de nuestros principios. Lo hemos demostrado defendiendo la ley, aportando conocimiento y pensando en todos. Hemos colaborado en hacer la ciudad mejor en empleo, transporte y limpieza, permitiendo la aprobación de los actuales presupuestos que han tenido una clara vocación de progreso. Y, por qué no decirlo, hemos sabido perder alguna batalla como en la belicosa propuesta sobre la gestión del agua, artificiosa, populista e ineficiente. Queda mucho por hacer, tenemos proyecto y seguiremos trabajando para ofrecer un objetivo común que ilusione a todos de cara a un futuro no demasiado lejano.