Artículo de opinión del portavoz de Cs Terrassa, Javier González.

La rambla d’Ègara suele ser objeto de debate recurrente desde hace ya unos cuantos años. A las diversas actuaciones efectuadas, algunas discutibles, se añade la sensación que muchos ciudadanos tienen de que “está muerta”.  De lo que no hay duda es que es una parte esencial de nuestra ciudad que sigue reclamando atención. De alguna manera, con la Rambla muchos tenemos la impresión de que sin saber exactamente por qué hay algo que nos inquieta y que nos invita a reflexionar sobre ella.

A mi modo de ver, la Rambla ni es un problema ni está muerta. Es un espacio con una nueva potencialidad derivada de su última configuración, de los cambios de hábitos y de su tamaño. Y creo que no acabaremos de dar con la clave de su mejora como espacio de uso social, en el más amplio sentido de la palabra, sino repensamos el centro de la ciudad de una manera más extensa. Terrassa es ciudad desde 1877 y, curiosamente, hasta ese momento no existió un plan de ordenación que marcara cómo debería crecer.

Miquel Curet i Roure, en su Plan de Ordenación Urbanística de 1878, proyectaba con valentía por ejemplo ¡el cubrimiento de la riera del Palau!, pero su plan quedó en el olvido.., ¿les suena? En esa época éramos 11.199 habitantes, ¿qué pensaría Curet de una ciudad con más de 215.000 habitantes? En cuanto al centro, ¿sería hoy Curet el defensor de un centro alrededor de la plaça Vella? Ha habido algún intento por ampliar esa mirada central sin demasiado éxito por una inercia que orilla nuevas perspectivas que pongan en crisis no solo el actual ordenamiento urbanístico sino también, a modo ejemplo, la complicidad con los agentes privados o la distribución de los equipamientos públicos. El papel del ayuntamiento es fundamental en esta cuestión, y no tanto por lo que no hace en la Rambla en concreto, sino por lo que tiene que hacer en el centro en general.

El vigente programa electoral del PSC seguía insistiendo en el error de fijar su atención sobre la Rambla en la Rambla, “activación del eje de la Rambla”, “dinamización de la Rambla”, “potenciando la actividad comercial”, “abriendo los grandes equipamientos comerciales”… Todo eso está bien (sin ironía), pero no da respuesta al corsé que representa seguir pensando que el actual centro histórico es el único centro posible.