Tras las elecciones municipales, en el inicio del nuevo mandato, desde Ciutadans dijimos que trabajaríamos por un ayuntamiento que fuera transformador, con un mayor protagonismo de las áreas de transición digital, innovación y urbanismo, que fuera eficiente en la gestión de los impuestos de los ciudadanos, eficaz en la provisión de servicios de la mano de la colaboración con el sector privado, sensible con los colectivos más desfavorecidos y, en definitiva, que generara valor para mejorar el bienestar de nuestros vecinos. Además, advertimos que el gobierno de Jordi Ballart con los independentistas de ERC-MES podría caer en la tentación de subir impuestos o ser condescendientes con los involucrados en el golpe separatista de 2017.
Seguimos pensando que para que nuestra ciudad mejore con un cambio, lo primero que debe cambiar es el ayuntamiento, para ser ese motor necesario. Desde la oposición en difícil implementar estrategias en este sentido, nos queda expresar nuestra opinión por ejemplo en el momento de la elaboración de los presupuestos. Para los de 2020 ya dijimos que si la única idea de futuro era aplicar la mayor subida de impuestos de los últimos cinco años que no contaran con nuestro apoyo, no quisimos ser cómplices además de contrataciones de personal ineficientes, ni de un presupuesto que no priorizara el servicio de limpieza, vivienda social o salud que en este caso bajó en un 25%.
En cuanto a las propuestas que hemos trabajado durante este periodo, comentar que muchas han sido aprobadas con la complicidad del equipo de gobierno y a veces con la del resto de la oposición, las que no fueron aprobadas demuestran que tenemos un discurso alternativo liberal en lo económico y social en las políticas de gasto: Hicimos público nuestro compromiso por un desarrollo urbanístico equilibrado en colaboración con el sector privado, conseguimos el compromiso del gobierno para revisar la tasa de vados o poner en marcha un Plan para el comercio, defendimos el trilingüismo institucional y su neutralidad y denunciamos presiones de corte nacionalista en centros escolares, instamos a la Generalitat a dotar de mayores recursos a los juzgados, denunciamos la saturación de las urgencias hospitalarias, garantizamos el bienestar animal junto a organizaciones interesadas, que el ayuntamiento reconociera el liderazgo femenino, promovimos el control de plagas o las donaciones de sangre durante la pandemia, etc.
Ante la crisis provocada por el Coronavirus el gobierno municipal no tendrá más remedio que modificar su plan para el mandato, de manera análoga la acción política de los partidos de la oposición también se tendrá que adaptar a las nuevas circunstancias. Este nuevo escenario es el que ha propiciado que todos los partidos con representación en el ayuntamiento de Terrassa hayamos llegado a un acuerdo para proponer un Pacto de Ciudad a la sociedad civil que trate de ofrecer las mejores herramientas para una reconstrucción económica y social. Un acuerdo, que sin pretenderlo, ha copiado el esquema que Ciutadans ofreció en el inicio de mandato, el reforzamiento de la gobernanza municipal para poder empujar en la recuperación económica, combatir las desigualdades y mejorar los servicios públicos.
Desde Ciutadans siempre hemos considerado que una necesaria colaboración política es imprescindible para superar todos juntos la actual crisis provocada por la COVID-19. Porque las pandemias no entienden de ideologías, y porque el valor de la unidad exigible a la sociedad debe ser ejemplarizado desde la política. Con esta intención se pone la primera piedra para un Pacto de Ciudad, un acuerdo social y económico para apoyar la reactivación, combatir las desigualdades y mejorar los servicios públicos. Con el impulso de un Ayuntamiento que estará obligado a evolucionar como la propia sociedad ya lo está haciendo. Desde Ciutadans no renunciaremos a que esa evolución futura sea respetuosa con la legalidad y leal con el resto de las administraciones, para proteger el bienestar de las clases medias trabajadoras sin que nadie quede excluido.