Artículo de opinión de Javier González, portavoz de Ciutadans Terrassa.

Hace poco más de cien días se puso de manifiesto la indisimulable deriva del PSC, y con él la gobernanza y la confianza en un alcalde que continuamente amenazaba con abandonar el cargo cada vez que se le presentaba una dificultad, al final lo hizo. Y en ese sinvivir se encontraba la vieja guardia socialista, momento en el que Alfredo Vega se sacrificó “por responsabilidad” y abandonó el que sin duda es el mejor despacho del ayuntamiento para entrar en el cubículo que el alcalde de Terrassa tiene reservado en la planta noble del consistorio.

Ciutadans ya lo dijo en el Pleno, el día que el señor Alfredo Vega tomó posesión del cargo de máxima autoridad local, “el mandato se ha acabado”, y no encontramos razones para dudar de que esa afirmación ha sido acertada. Durante estos cien días no ha habido tregua de Ciutadans en su acción política, pero sí hemos estado atentos a cómo el nuevo alcalde tomaba las riendas y colocaba el ayuntamiento en el carril adecuado para aprovechar las oportunidades que se ofrecen a la ciudad, pero no ha sido el caso. Hay muchos temas abiertos que necesitan empuje, hablo de la misma ordenación del territorio, del potencial ecológico, turístico e industrial, pasando por el talento de las nuevas generaciones. El alcalde por el contrario solo tiene ojos para reivindicar logros del pasado y, tratando de taparse las vergüenzas con la buena gestión de las partidas sociales, se le nubla la mirada cada vez que alguien le interpela por el futuro. Vega es hoy el alcalde por accidente de un partido que ha tenido que corregir sobre la marcha el desmoronamiento de su grupo municipal, que ha tenido que recurrir a suplentes para mantener el número de concejales en el Pleno, que ha tenido que resucitar a viejas glorias para poner orden en su agrupación local…

En definitiva, dudo de que el PSC llegue entero a 2019 y menos aún con un proyecto creíble para su militancia e ilusionante para un electorado muy sensible con los problemas de empleo y limpieza de la ciudad y, por qué no decirlo, por cómo los cargos del PSC han arrastrado los pies frente al desafío del independentismo, el más grave al que nuestra democracia se ha enfrentado en la historia moderna de España.

No somos optimistas, pero tampoco vamos a arrojar la toalla. La mano de Ciutadans sigue extendida para que la ciudad no se paralice, siempre y cuando haya respeto en las formas y lealtad en los acuerdos. Se trata de aprovechar al aumento de la actividad económica para mejorar el empleo y la atención social, debatir sobre las necesidades urbanísticas y de movilidad, mejorar la recogida de basuras, reordenar equipamientos en el centro y en los barrios, mejorar el estado de las rieras, hacer frente a la gestión del agua, potenciar los polígonos, optimizar los recursos de las empresas municipales,  hacer frente a unos nuevos presupuestos… Si no fuera porque la ley impide que se puedan adelantar las Municipales en los pueblos y ciudades, aquí ya habría sucedido y estaríamos hablando de futuro en mayúsculas. Pero la realidad se llama “temporalidad” y, por el bien de Terrassa, deseamos que al menos el alcalde acabe el mandato y no se quede sin aire en ese cubículo desde donde Vega continúa achicando agua.