El pasado mes de mayo desde Ciutadans ya advertimos que nuestro ayuntamiento corría el peligro de acabar en el desprestigio con todo lo que eso podía suponer de pérdida de confianza en la institución por parte de la ciudadanía y de los agentes sociales y económicos. Y lo hicimos a raíz de unas declaraciones absolutamente desafortunadas de un teniente de alcalde del gobierno de Tot per Terrassa y ERC-MES. En aquel momento PSC, Ciutadans y JxT pedimos la dimisión de Noel Duque por un vídeo en redes sociales en el que dirigiéndose a la oposición decía: «Estáis enfermos, estáis mal de la cabeza». «Sois gente que no carbura bien». «Yo no me escondo. A mí me dais miedo, pero voy a ir a por vosotros». Llovía sobre mojado porque ese mismo concejal de gobierno, semanas antes, señaló como racistas en un Pleno a miembros de PSC y Ciutadans.
A lo anterior, que atañe a la dignidad de las personas, se ha venido a sumar un incidente sobre la gestión de unas multas que estuvieron casi un mes “extraviadas”. Unas multas que, interpuestas por agentes de la policía municipal a dos ciudadanos por saltarse el confinamiento, fueron la causa de que en redes sociales vecinos reclamaran al alcalde que intercediera, incluso le pidieron que levantara las sanciones, a lo cual el alcalde en lugar de defender la labor de sus policías contestó que lo gestionaría. Todo indica que esa “gestión” es causa de que el concejal de seguridad se pusiera manos a la obra dando lugar después a que esas dos multas quedaran en el limbo, de no haber sido porque un sindicato policial denunció internamente la irregularidad. En los hechos se puede establecer una causa-efecto evidente entre las palabras del alcalde y el “olvido” como así reconoció finalmente un mando policial. En apariencia no parece que el hecho sea punible internamente, ya que al final se tramitaron las sanciones; otra cosa es la gravísima interferencia política en una diligencia administrativa, en todo caso cualquiera sabe de lo que estamos hablando…
Si al desprestigio provocado por la falta de respeto de miembros del equipo de gobierno hacia la oposición no era suficiente, sigue abierto el asunto de las multas “olvidadas” ya que el equipo de gobierno no ha sabido hasta la fecha aclarar todas las dudas que se suscitaron, un asunto al que se ha venido a sumar el apoyo del propio alcalde de Terrassa a dos ciudadanos (uno de ellos sancionado por una de esas multas “olvidadas”), que sin atenerse a la más mínima precaución ni presunción de inocencia daba por buenas las acusaciones de homofobia a dos concejales de la oposición hecha pública en una carta dirigida a medios de comunicación. El alcalde Ballart no sólo no ha sabido atajar la deriva autoritaria e irrespetuosa de sus concejales, sino que con su actitud y su negativa a pedir perdón públicamente se manifiesta como el promotor de una forma de hacer política que rompe cualquier posibilidad de consenso municipal, y ahonda en el desprestigio del ayuntamiento de Terrassa.
A lo anterior, por si fuera poco, recientemente hay que añadir el cachondeo del responsable político de la policía que en el último Pleno, a raíz de las preguntas de la oposición sobre el tema de las multas, contestó sólo lo que le vino en gana. O del propio Duque días después acusando al PSC de gastarse el dinero de los parados en drogas tratando de contrarrestar la crítica por el coste de la ocurrencia del helicóptero que nadie entendió por qué sobrevoló la ciudad a propósito de la Festa Major. O de la expulsión de la oposición del consejo del Consorci Sanitari de Terrassa.
Conclusión, la deriva autoritaria e indolente del equipo de gobierno no es una deriva casual. Responde a una manera de hacer política, y eso se hace patente cuando la acumulación de polémicas llega hasta el alcalde y en lugar de atajarlas las lidera, los hechos lo han ido confirmando. El alcalde cree que de esta manera volverá a ganar las elecciones en 2023, nadie lo sabe, pero lo que sí sabemos es que muchos votantes de TxT están arrepentidos de haberles apoyado en 2019 y así lo expresan en las redes digitales. También sabemos que muchos agentes sociales y económicos expresan su malestar públicamente (y con vehemencia en privado), y la ciudadanía en general contempla un espectáculo que solo sirve para degradar la imagen de la tercera ciudad de Cataluña. Entretanto el socio de gobierno de ERC siempre está dispuesto a salir en la foto junto al alcalde, menos cuando las cosas van mal, entonces no duda en desmarcarse del partido de Jordi Ballart; como si de esta manera conjurara su responsabilidad con Terrassa.