Artículo de opinión de David Aguinaga, concejal de Cs Terrassa
Llego a mi bloque mientras un adolescente, en horario lectivo, buzonea el IES donde los separatistas irán a votar. Y me pregunto: ¿Qué sucede en las escuelas para que algunos estudiantes catalanes consideren que, vulnerar la Constitución, democráticamente votada, es más democrático que acatarla?
Luego leo que varios IES y escuelas concertadas de Terrassa dan cobertura a la huelga estudiantil del día 28 en protesta por la prohibición del seudo referéndum. Y me pregunto: ¿Con cuántos votos, sobre el total de alumnos del centro, la asamblea de estudiantes de ESO y bachillerato decidió parar una escuela e ir a la huelga?
Me pregunto qué opinarán los directores de dichos centros. Así que leo en el manifiesto de una llamada “comunitat educativa” y me encuentro con perlas como: “davant la vulneració de drets fonamentals culminada amb l’intent de l’estat espanyol de precintar tots els recintes escolars…”…no sigo leyendo.
De muchos centros educativos en Cataluña cabe pensar:
Que algunos profesores están más interesados en nacionalizar a los alumnos que en transmitir conocimientos.
Que se prestan a actuar como correa de transmisión de la ideología separatista, fomentando el resentimiento y el revanchismo.
Que el grado atroz de presión que se ejerce sobre los alumnos que no comulgan con el separatismo les obliga a guardar silencio (a ellos y a sus familias) creando una falsa sensación de unanimidad.
Que las AMPAS y los sindicatos, lejos de contrarrestar esta situación, la amparan y callan.
Educar a los jóvenes en la pedagogía del odio a España; alimentar en ellos la creencia de que en el resto de España nos odian; que estamos ocupados desde 1714; o que contra los catalanes que no pensamos como ellos todo vale es algo que acabaremos pagando en el futuro.